El rey y su dinastia
Hubo un tiempo en el que la mejor generación de futbolistas españoles de la historia se juntó con un jugador argentino llamado a ser leyenda. De la mano de Pep Guardiola este equipo puso en jaque a todo Europa con un fútbol de salón digno de elogio y admiración. Eran épocas duras para un Real Madrid que intentaba por todos los medios conquistar la décima y hacerse con el dominio de la Liga, pero el rey de reyes no conseguía recuperar el ansiado trono.
Lejos de abdicar, el rey fue paciente, trabajó a la sombra de los éxitos blaugranas, sufrió, padeció y fiel a su instinto jamás bajó los brazos. Poco a poco y de forma natural, el conjunto blanco fue estructurando un equipo en el que las jerarquías comenzaban a estar claras. Ramos capitán y jefe de la tribu se fue erigiendo como el gran capitán que hoy es, siempre acompañado de Cristiano, un hombre hecho a sí mismo que ha sabido reconvertir su posición para seguir siendo lo que siempre ha sido, un jugador de élite, con una capacidad competitiva y goleadora descollante.
En el centro del campo, Casemiro se asentó como hombre de referencia en labor defensivas, tareas que no lucen ante las cámaras, pero que resultan imprescindibles para el rigor táctico del equipo. El brasileño heredó el 14 de Xabi Alonso y con él también los galones del centrocampista tolosarra, amo y señor del Berbanéu durante cinco temporadas.
En la sala de máquinas, lugar neurálgico desde donde se cocinan los partidos, Kross y Modric han hecho del Real Madrid un equipo dinámico, que se maneja con soltura en las transiciones rápidas y sabe ser paciente cuando el rival solo se dedica a defender. Además, el alemán, un auténtico especialista en el arte del balón parado, se ha convertido en el socio perfecto de Ramos en las jugadas de estrategia. El guante de Toni y la contundencia aérea de Sergio, una sociedad limitada temida en todo Europa y en sobre todo en la vecindad de Madrid.
Todo ello sin olvidar la impecable gestión de Zidane. Cuando llegó cogió un equipo hundido y perdido en sus propias dudas. En tan solo dos temporadas, el francés tiene al equipo en el trono de Europa, con una trato impecable, sencillo, sin palabras de más y siempre al servicio del equipo. La leyenda de la novena ha sacado al mejor Cristiano en el tramo decisivo de la temporada, a aguantado las dudas sobre Keylor Navas y ha hecho de Isco lo que siempre ha sido, un media punta de clase mundial.
Tres Champions en cuatro años son palabras mayores, escritas en la historia blanca de un rey que jamás abdicó, que supo ser paciente para saborear la gloria después de resistir en el infierno. El rey ha vuelto, en realidad nunca se fue, y pretende alargar su dinastía a base de hacer lo que mejor se le da, reinar entre los más grandes.
Lejos de abdicar, el rey fue paciente, trabajó a la sombra de los éxitos blaugranas, sufrió, padeció y fiel a su instinto jamás bajó los brazos. Poco a poco y de forma natural, el conjunto blanco fue estructurando un equipo en el que las jerarquías comenzaban a estar claras. Ramos capitán y jefe de la tribu se fue erigiendo como el gran capitán que hoy es, siempre acompañado de Cristiano, un hombre hecho a sí mismo que ha sabido reconvertir su posición para seguir siendo lo que siempre ha sido, un jugador de élite, con una capacidad competitiva y goleadora descollante.
En el centro del campo, Casemiro se asentó como hombre de referencia en labor defensivas, tareas que no lucen ante las cámaras, pero que resultan imprescindibles para el rigor táctico del equipo. El brasileño heredó el 14 de Xabi Alonso y con él también los galones del centrocampista tolosarra, amo y señor del Berbanéu durante cinco temporadas.
En la sala de máquinas, lugar neurálgico desde donde se cocinan los partidos, Kross y Modric han hecho del Real Madrid un equipo dinámico, que se maneja con soltura en las transiciones rápidas y sabe ser paciente cuando el rival solo se dedica a defender. Además, el alemán, un auténtico especialista en el arte del balón parado, se ha convertido en el socio perfecto de Ramos en las jugadas de estrategia. El guante de Toni y la contundencia aérea de Sergio, una sociedad limitada temida en todo Europa y en sobre todo en la vecindad de Madrid.
Todo ello sin olvidar la impecable gestión de Zidane. Cuando llegó cogió un equipo hundido y perdido en sus propias dudas. En tan solo dos temporadas, el francés tiene al equipo en el trono de Europa, con una trato impecable, sencillo, sin palabras de más y siempre al servicio del equipo. La leyenda de la novena ha sacado al mejor Cristiano en el tramo decisivo de la temporada, a aguantado las dudas sobre Keylor Navas y ha hecho de Isco lo que siempre ha sido, un media punta de clase mundial.
Tres Champions en cuatro años son palabras mayores, escritas en la historia blanca de un rey que jamás abdicó, que supo ser paciente para saborear la gloria después de resistir en el infierno. El rey ha vuelto, en realidad nunca se fue, y pretende alargar su dinastía a base de hacer lo que mejor se le da, reinar entre los más grandes.
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