Samba
Hay veces que el videomarcador es tozudo y no refleja lo que ocurre en el campo. Y es que hasta que Mourinho introdujo a Marcelo y Kaká en el campo, el luminoso del GSP Stadium mostraba un empate a cero que no reflejaba la tremenda superioridad visitante. Con la parcela defensiva del equipo casi inédita, y la delantera incapaz de colar un balón por las ventanas del autobús chipriota, la batalla se fraguó en el centro del campo.
Asi que en el minuto 63, Mourinho cambió a Coentrao por Marcelo, más disperso en defensa que el rubio portugués, pero un ciclón en ataque. Le acompañó Kaká, ese genio intermitente que ocupa el vacío de Higuaín, algo perdido en el entramado defensivo del APOEL.
En apenas diez minutos, Marcelo, cómo ya viene siendo habitual iniciaba una jugada que acabaría en un testarazo de Benzema a la red tras un gran pase de Kaká. Ambos brasileños serían los encargados de materializar el 0-2 por medio del mediapunta. Hasta que ellos entraron en el campo, el partido estaba siendo un tanto gris. No por el juego del Madrid, bien dirigidos por un Nuri Sahin que supo asumir los galones como si llevará años haciéndolo, sino por la resistencia de un APOEL que lo único que podía hacer era contar las numerosas oportunidades que tenían los blancos.
Tanto Kaká, como Marcelo cumplieron perfectamente lo que se les pidió: alegrar el ambiante, despertar al equipo. Invitarlos, en resumen a bailar, un poco de samba, para escaparse de la monotonía que proponían los chipriotas.
Antes de acabar el baile, aún hubo tiempo para que Özil diese uno de sus pases, tan geniales para su equipo como desconcertantes para el rival, que permitió al errático Benzema de la primera parte en bigoleador.
Durante algo menos de media hora, el amarillo de Brasil sustituyó al de Nicosia en el GSP Stadium. El resultado, esta vez, si quedó patente en el videomarcador.
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