Ferenc Puskás, "Señor Gol"
Autor: Andrés Giovanni Ramírez Pelayo
Me pregunto si alguien sabrá de algún futbolista que se vio obligado a tener un cargo militar, escapar de su país a causa de una invasión y retomar un segundo aire en el exilio para así continuar
escribiendo su legado como uno de los jugadores más trascendentales en la historia. Esto lo digo porque efectivamente, existen casos similares a los que acabo de mencionar, en especial durante y después de la Segunda Guerra Mundial, pero pocos, y quizás ninguno, como el de aquel futbolista húngaro al que la FIFA actualmente le hace homenaje durante la entrega del premio al
mejor gol del año: Ferenc Puskás.
Al igual que muchos de los habitantes en los países de la Europa Central, Ferenc Puskás, nacido el 2 de abril de 1927, provenía de una familia humilde y originaria de una etnia alemana que radicaba en Budapest durante épocas recientes a la desintegración del imperio austrohúngaro. Su inicio
como futbolista comenzó de manera prematura pues a la edad de 12 años firmó contrato con el equipo de su ciudad, el Kispest AC. Para ello, y con ayuda de su padre que era en aquel entonces entrenador del club, Puskás (que legalmente nació bajó el nombre de Ferenc Purczeld y más adelante lo cambiaría por Puskás después la II Guerra Mundial) utilizó un seudónimo falso para pasar inadvertido ante las normas que no permitían que los menores de edad firmarán con el equipo.
El Kispest conservó su nombre hasta 1949, cuando el ejército húngaro adquirió al equipo para transformarlo en el Budapest Honvéd. Debido a que el renovado Kispest estaba bajo control militar, esto le permitió reclutar a los mejores futbolistas del país y asignarles a ellos cargos militares.
Cuando Puskás fue elegido como capitán del equipo, se le fue otorgado también el puesto de coronel. De la mano de su "comandante", los títulos para el Budapest cayeron rápidamente y en cantidad al conseguir cinco títulos de liga en siete años, con Puskás como goleador en cuatro ocasiones, especialmente en 1948 tras anotar 50 goles y convertirse así en el máximo goleador a nivel continental.
En poco tiempo, Puskás mostró su valía a nivel de clubes, motivo por el cual fue convocado por su selección para los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952, consiguiendo la medalla de oro en fútbol luego de vencer al conjunto de Yugoslavia por marcador 2-0 con Puskás como uno de los
anotadores. Sin embargo, el 25 de noviembre de 1953 ante Inglaterra fue probablemente el encuentro donde Hungría alcanzó su máximo esplendor futbolístico tras endosar una goleada a domicilio por 3-6 (después volvería a vencer a la misma selección en Budapest por 7-1) y ser catalogado dicho partido, en aquel momento, como el mejor en la historia de las selecciones nacionales. Los críticos del continente no tienen duda al referirse a Puskás como el mejor jugador en Europa. Con estos éxitos y estando próxima la Copa del Mundo de Suiza a celebrarse en 1954, "los mangiares mágicos" arrancaban como los favoritos, y a pesar de llegar a la final, pierden sorpresivamente ante Alemania por 3-2, equipo al cual ya habían derrotado en fase de grupos por 8-2. Aquella tarde fue conocida como el Milagro de Berna. Con ello termina no sólo una racha de 32 partidos invictos durante 4 años sino la época más importante del fútbol húngaro. A pesar de esto, queda para la estadística los 84 goles de Puskás en 85 partidos como internacional y para el recuerdo aquellas tardes inolvidables como la vivida en Wembley ante compañeros suyos como Zoltán Czibor, Sándor Kocsis y József Bozsik.
Llega el 4 de noviembre de 1956. Con la recién creada Copa de Europa, Ferenc Puskás y el Budapest Honvéd venían de perder el 17 de octubre su partido de ida por 2-3 ante el Athletic Bilbao. En la ciudad de Viena, camino a disputar el partido de vuelta, se enteran de la invasión sobre
Hungría por parte de la Unión Soviética y con ello el inicio de la revolución húngara. Este hecho obliga a Puskás a llamar a su familia y deciden no regresar a su país hasta que la situación se estabilice. Una decisión fatídica, pues termina por ser catalogada como una traición a la patria. Es condenado a vivir en el exilio y la FIFA remata la sentencia del mágico Puskás con dos años de inhabilitación. La primera gran etapa de aquel que le diera la gloria deportiva a su país con una medalla de oro y un subcampeonato del mundo ha finalizado.
Ante dicho panorama, sólo un loco podría pensar que esta historia no tiene un punto final sino tres puntos suspensivos. Para la suerte de Puskás, ese loco visionario, ese demente que no sigue la razón y desafía la lógica era Don Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid. ¿A quién en su
sano juicio se le ocurriría naturalizar y fichar a un jugador de 31 años de edad con 11 kilos de sobrepeso y que estuvo inactivo durante dos años? Tal vez llegó a pensar Luis Carniglia, ex futbolista de Boca Juniors y Director Técnico del equipo. –Don Santiago, ¿y qué quiere que haga con
él?- Bernabéu solía ser muy breve con las decisiones más importantes que tomó durante sus 35 años en el cargo. Éste sólo necesito tres palabras para dejar en firme su confianza. -¡Póngalo a jugar!-
A Puskás le tomó cerca de dos meses recuperar aquella condición física que había perdido durante dos años. Perdió mucha condición, pero la magia de aquel mariscal de campo seguía intacta y su pólvora aún seca, listo para relucir aquellos cañonazos que tanto lo caracterizaban en su tierra natal. Fuerte como un tubo de acero y preciso como la mirilla de una escopeta, pues hay que recordar que Puskás en húngaro significa "escopetero".
Toda espera, tarde que temprano llega a su fin, y el 21 de septiembre de 1958 fue el caso de Puskás. Debut ante el Sporting de Gijón, victoria por 5-1 y tres goles a su cuenta personal, pero más importante, el bautismo que el público madridista hizo hacia su nuevo ídolo. "Ya no eres Ferenc. Ahora que eres español te llamarás 'Pancho'".
Demasiado talento se encontraba en aquel Real Madrid con las figuras del español Francisco Gento, el francés Raymond Kopa, los hispano-argentinos Héctor Rial y Alfredo Di Stéfano, y ahora el del húngaro naturalizado español, Ferenc Puskás. La delantera del siglo, y prueba de ello estuvo en la obtención de la tercera, cuarta y quinta Copa de Europa en forma consecutiva, especialmente en esta última cuando el equipo de la capital española aplastó al Eintracht Frankfurt por 7-3 con 4 goles de Puskás. La cereza del pastel merengue sería la obtención de la primera edición de la Copa Intercontinental tras vencer al Peñarol de Uruguay por 5-1 marcador global. Ferenc Puskás volvía a hacer acto de presencia con dos anotaciones.
Termina el reinado de las cinco copas europeas pero inicia el de las cinco ligas también consecutivas con Puskás en cuatro ocasiones como pichichi del torneo, por encima del mito de Di Stéfano. Durante ese periodo, el Real Madrid pierde dos finales de la Copa de Europa ante Benfica e Inter de Milan, pero consiguen ganar la sexta en 1966 tras vencer al Partizan Belgrado por 2-1. Para ese entonces, Puskás contaba sus últimos minutos de una trayectoria profesional llena de títulos, goles, conflictos bélicos y superaciones personales.
Ferenc Puskás se despide de las canchas a finales de junio de 1966 a la edad de 38 años. De la vida terrenal lo hace un 17 noviembre de 2006 a la edad de 79 años a causa de una neumonía. Solamente una enfermedad en edad ya considerable pudo vencerlo más que las adversidades por las que atravesó de joven. Aquel traidor se le recuerda ahora como un héroe en su natal Hungría tras su perdón en 1981. Su legado goleador se contabiliza en 512 goles durante 528 partidos, por ello fue nombrado como "Señor Gol" por la FIFA, otra autoridad ingrata que le dio la espalda durante su exilio.
En estos días, seguimos disfrutando de los regates y goles de nuestra generación de futbolistas: "los Cristianos, los Messis, los Iniestas", pero muchas veces dejamos de lado a aquellas leyendas que no las tomamos en cuenta porque nunca los vimos jugar por televisión. Los de hoy son extraordinarios futbolistas, pero los de ayer fueron y seguirán siendo héroes que se ganaron su valor jugando por mero gusto en las canchas polvorientas que actualmente se ven sólo en los lotes baldíos y estadios olvidados por la FIFA.
Whoaaa! Excelente entrada, Andres! La verdad solo da pena no haber visto ver jugar a una joya futbolistica como Puskas en la actualidad. Excelente e implecable trabajo! Me ha encantando con la pasion y la inteligencia con la que lo has escrito. Muchas felicidades y que sigan tus buenas entradas. Un gran abrazo! :)
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