Matthias Sindelar, el futbolista que desafió al imperio nazi

Matthias Sindelar, el futbolista que desafió al imperio nazi
Por: Andrés Ramírez Pelayo

Hablar de Matthias Sindelar puede resultar para muchos como algo desconocido, sin embargo al mencionar su nombre hacemos referencia no solo del mejor futbolista que haya dado Austria y uno de los mejores de la historia, sino además de un antifascista, fue un héroe popular que se atrevió a desafiar al imperio alemán de Adolf Hitler desde una cancha de fútbol.

Matthias Sindelar nació el 10 de junio de 1903 en la pequeña localidad de Jihlava que formaba parte del entonces imperio austrohúngaro. En 1906, por cuestiones de trabajo su familia decide trasladarse a la ciudad de Viena, lugar en donde Sindelar aprendió a jugar en las calles del barrio obrero de Favoriten, ganándose el apodo de "El hombre de papel" por su complexión delgada y esa facilidad que tenía para moverse entre los jugadores rivales. A la edad de 15 años fichó con el Hertha Viena, equipo que en poco tiempo desaparecería debido a la crisis financiera que atravesaba por lo que se vio obligado a emigrar a las filas del FK Austria Viena, club con el que alcanzó varios títulos locales además de dos copas Mitropa, que es el primer torneo internacional entre clubes y antecesor de la ya conocida Copa de Europa.

La mejor etapa de su carrera futbolística la tendría con la selección austriaca, bautizada en aquella época como "Wunderteam" (equipo maravilla) una potencia que se dio a conocer a partir de sus victorias holgadas, entre ellas, dos goleadas por 5-0 y 6-0 ante Alemania, con Sindelar como su estandarte principal y quien rápidamente fue reconocido con un nuevo sobrenombre; "El Mozart del futbol", debido a su técnica, inteligencia y por ser un auténtico orquestador dentro del terreno de juego.

Llega el mundial de Italia en 1934 y con ello Austria como una de las favoritas a llevarse el título, sin embargo en las semifinales del torneo, pierden ante el equipo anfitrión por la mínima diferencia y con un arbitraje que resultó por demás polémico, influenciado bajo el poder de Benito Mussolini quien incluso llego a amenazar de muerte a los jugadores de su propia selección si no conseguían que el trofeo se quedara en casa. A pesar de la derrota, Sindelar y sus compañeros fueron recibidos en su país como ídolos por su gran participación.

La historia que hay entre Matthias Sindelar y Adolf Hitler quizás no sea el primero pero sí uno de los casos más claros de cómo el futbol ha sido utilizado durante años como medio político y propagandístico buscando proyectar al mundo la imagen de un país invencible en todos los aspectos. En los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, Alemania dio ante su gente una actuación muy pobre en fútbol, situación opuesta con los austriacos que obtuvieron la medalla de plata. Dos años más tarde, el ejército nazi invadió a Austria anexándola a su territorio, esto les significó la oportunidad de contar con los jugadores de aquel país para la próxima edición de la Copa del Mundo a disputarse en Francia. Sin embargo, Sindelar mostró resistencia debido a su odio por el nazismo y el trato inhumano que les daban a los judíos, rechazando de esta forma las convocatorias del seleccionado alemán. En una despedida organizada para el "Wunderteam" antes de que se fusionaran ambos equipos, austriacos y alemanes se enfrentarían en un partido amistoso que tenía como fin dar una muestra de supremacía ante el resto de Europa. Por órdenes de Hitler, a la selección de Austria se le prohibió que marcara en el encuentro, pero Sindelar se encargó de dar cátedra de buen juego y no solo eso, también de celebrar uno de los dos goles anotados aquella tarde en frente de un palco lleno de funcionarios del partido Nacional Socialista. Con este acontecimiento, el futbol tenía una cara más dentro del mundo de la política; el de la oposición.

A Sindelar inmediatamente se le consideró como un traidor y enemigo del régimen nazista, lo que le obligó a abandonar la profesión por la que vivía y ocultarse durante meses intentando escapar de sus perseguidores, pero por más que quiso no pudo conseguirlo. Walter Nausch, capitán de la antigua selección austriaca, fue obligado a divorciarse de su esposa que era judía, se negó y consiguió huir a Suiza, pero Sindelar no corrió la misma suerte de su compañero, permaneció oculto con su novia, Camila Castagnola, también de origen judío.


El 23 de mayo de 1939 fueron encontrados muertos por intoxicación tras haber inhalado monóxido de carbono en su departamento. Existen versiones distintas acerca de lo acontecido, una era el suicidio a causa de la presión que había sobre sus hombros, aunque también hubo sospechas de que por órdenes del "Tercer Reich" la policía saboteó las tuberías de gas mientras dormían y así matarlos en la noche, ya que como él era considerado por la comunidad judía como un emblema del patriotismo austriaco de alguna manera representaba un peligro para los intereses de Hitler. Finalmente, a petición de un amigo suyo, su muerte fue declarada como accidental, pues era la única manera en que se le podía dar un funeral de Estado ya que las reglas lo prohibían en caso de que fuera suicidio o asesinato. A su funeral asistieron más de 15,000 personas pese al miedo que ellos sentían, pues al ser judíos representaban un blanco ideal para los alemanes nazistas pero tratándose de alguien significativo para su pueblo ese temor poco importó convirtiéndose en una muestra del cariño y respeto hacia un jugador que defendía siempre sus raíces e ideología política sin importar las consecuencias. Quizás sin buscarlo, terminó por ser un ejemplo de la resistencia antifascista. Todo eso fue Matthias Sindelar, "El Mozart del futbol".

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