El clásico: Una batalla de sangre blanca
Se acerca el tan esperado clásico español. Una de las batallas más importantes para todos los que
amamos el buen fútbol. Para algunos será
un partido más pero, para los madridistas, un clásico es siempre un
enfrentamiento épico. Ese momento, donde 11 gladiadores, saldrán a defender el
escudo que tantos llevamos tatuados en el corazón. Se pelea contra el rival de toda la vida, el
adversario más hostil, nuestro enemigo eterno. Es el momento de salir a
defender nuestro orgullo a capa y espada. De salir al campo de batalla a entregar
la vida en 90 minutos. Es la oportunidad de demostrar quién es el más grande y quien
manda en la mejor liga del mundo.
Será una batalla campal. Los rivales soltarán las cadenas del perro
rabioso, nos intentarán hacer perder la cabeza con pulgas en el campo e
intentarán ahuyentarnos con su gallo desplumado. Será un rudo enfrentamiento,
pero nosotros tenemos los mejores guerreros. Un felino gigante, hambriento y
feroz, un bicho tan extraordinario que se dice nació en otro planeta y un francotirador
teutón encabezan nuestras líneas de fuego.
Serán 90 minutos de las más grandes pasiones, 90 minutos que tendrán eco
en la eternidad, que nos llenarán de orgullo o nos mancharán de sangre. Quiero
ver a mi batallón entrar con la frente en alto, vanidosos de representar al
equipo que no conoce imposibles. Al equipo que en su castillo presume más
preseas que ningún otro. Quiero que entreguen el corazón pero se rijan por la
mente. Quiero que luchen sin miedo a morir porque solo así vivirán la única
vida que merece la pena vivir: la vida victoriosa, la vida madridista. Los
guerreros blancos jamás se dan por vencidos. Y si llegan a estar heridos, mantienen
la frente en alto y los puños apretados, sabiendo que no se muere hasta el
pitido final. Quiero que vayan
preparados a recibir golpes sin bajar la cabeza, a luchar por nuestro escudo hasta
noquear al enemigo.
Mañana será un día histórico. Elevemos y reafirmemos el honor de nuestros
míticos guerreros. Aquellos que ya han dejaron su alma en el coliseo blanco.
Aquellos cuyos goles aún resuenan en el aire y cuyas hazañas hacen eco hasta la
parte más oscura del suelo culé. Mañana
once soldados con vestimenta de oro blanco, tatuarán con sudor la dignidad de
nuestro club. Mañana demostrarán que no hay oponente digno para un batallón sin
miedo a la derrota, con hambre de victoria y con espíritu de lucha. Mañana demostraremos,
una vez más, el increíble poder del espíritu madridista. Que empiece la guerra
porque ya quiero saborear la victoria.
HALA MADRID!
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