Es cuestión de honor.
El pasado sábado 2 de abril significaba para el madridismo una fecha de importancia por diferentes factores. Se cumplían 24 años de la muerte de una de las grandes leyendas de este equipo, el espíritu de Juanito se hacía muy presente ese día y nos hacía inflar el pecho para afrontar el partido que se le venía al equipo, el segundo clásico de la temporada llegaba y el olor de revancha se respiraba en el aire. Representaba una oportunidad para recortar distancias y de demostrar que este Real Madrid puede ser capaz de afrontar a cualquier rival.
En una temporada de llena de altibajos, más bajos que altos, la victoria en el Campo Nuevo con marcador 1-3, por que todos sabemos que el gol de Bale fue totalmente legal, ha dado como resultado una inyección de esperanza y de moral para todo el madridismo. No solo para los fanáticos, los jugadores sabían el peso que tenía el juego y nos lo demostraron con su forma de celebrar al oírse el pitido final o por los abrazos de los jugadores que estaban calentando en la banda cuando llegó el gol de Cristiano.
Luego de una derrota humillante en el Bernabeu a manos de tu máximo rival y de una temporada "peligrosamente preparada para el Real Madrid", la cual ha estado llena de continuas provocaciones y burlas tanto de la prensa catalana como de jugadores rivales, el ganar con pundonor era justo y necesario. El Real Madrid fue de menos a más y jugó una segunda parte de una manera que pocas veces hemos visto en lo que va de la actual campaña.
Creo que hablo por muchos madridistas cuando digo que sentí gran impotencia al saber que el primer gol del Barcelona llegaba de la mano de Piqué, un personaje que ha pisoteado el nombre de este club y se ha burlado de nuestros jugadores. Después de esto el equipo entendió que era hora de despertar y dar la cara, la gestión del gol de Benzema nos hizo ver de lo que es capaz este equipo cuando se lo cree, un contraataque en bloque con pases entrelineas, despliegue en todo el campo rival y con proyecciones al ataque de jugadores como Marcelo y Kroos para finalizar con una delicatessen del francés Karim Benzema.
Cuando mejor se jugaba se hacía presente otro factor que ha sido una constante en los juegos del equipo catalán, el mal arbitraje nos robó un excelente gol de Gareth Bale, quien recibió un excelente centro de Ronaldo y voló con todo su portento físico por encima de Alba para poner el balón en las redes. Los robos a los cuales nos tiene acostumbrados este equipo se hacían presentes, el jugador número 12 del equipo local tomaba su parte en la película.
El honor del equipo salía a relucir y el punto y final llegó con el gol de Cristiano Ronaldo, nos hacíamos con tres puntos en tierra hostil, tres puntos que pueden servir de poco en la búsqueda de la liga pero que presagian un buen camino en lo que se refiera a la búsqueda de la undécima orejona. Ese ambiente que se respiraba en el banquillo que ocupaba el Real Madrid, de gran expectativa, nervios y felicidad segundos previos antes del final, es lo que pedimos en todos los partidos. Que cada encuentro se enfrente con ese honor que identifica a este escudo y que nos abracemos con cada victoria conseguida.
El Real Madrid siempre vuelve, por más de que nos restrieguen en la cara los 7 puntos de diferencia les hemos ganado en su casa, le hemos cortado la racha y en el homenaje a uno de sus jugadores leyenda. Este partido es cuestión de honor para nosotros, así estemos en el suelo y sin aire en nuestros pulmones jugaremos cada clásico para ganarlo. Sin duda hay muchas cosas que mejorar en esta plantilla pero todos queremos a este Real Madrid, el que ha demostrado que cualquier cosa es posible con lucha, esfuerzo, unión, compromiso y honor. Me encanta pensar que después del pitido final, Juanito soltó una gran risa de felicidad y de orgullo desde el cielo al ver como jugaron los de blanco.
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